…We’re going to see the Wizard!
…The Wonderful Wizard of Oz!
Hoy la cosa va de musicales. Y de
descubrimientos. De versiones muy antiguas, muy nuevas y de todo el camino (amarillo)
que hay entre ellos.
En el año 1900, se publicó en
Estados Unidos el libro infantil “El Maravilloso Mago de Oz”, escrita por Lyman
F. Baum. La novela se hizo tremendamente popular en Norteamérica y también en
Europa, por ser pionera en el cambio que experimentó el género infantil en esa
época, pero no tanto como la famosísima versión cinematográfica de 1939, un
archiconocido musical, también pionero en su especie, que superó a todos hasta
entonces.
(Ajá, sí, se merece todos los adjetivos, no es que esté superlativa yo
hoy)
Ni qué decir que se han hecho más
de una decena de adaptaciones al cine de esta novelita, y también obras de
teatro de muchos tipos. Es más, el propio autor original escribió otras 13
novelas, todas basadas en el Mundo de Oz.
(Duda existencial: ¿por qué será que estas otras novelas no son, ni de
lejos, tan conocidas como la original? ¡Iluminadme!)
Y hoy en día, 117 años (¡en serio! ¡117!) después de la
publicación de la primera edición de “El Maravilloso Mago de Oz” en Chicago,
hay también un musical que lleva más de 10 años siendo referencia en Brodway o
el West End londinense. 13 años de lleno diario en las butacas. Estoy hablando
del conocido musical Wicked (que tuve
el gran privilegio de ver el año pasado en Londres. Todavía no me lo creo).
Para ser sinceros, conocía este
musical y me sabía, de hecho, un par de canciones de memoria (bendito Glee!), pero como las entradas
llegaron a mí por sorpresa, fui a ver la obra sin conocer la historia.
Obviamente, me requeté-encantó, pero (já) no me enteré de la mitad de las
frases. Pues sí, mi inglés-intermedio-alto-de-currículum tiene sus
limitaciones. Así que, qué mejor que ir a la raíz: me hice, para mi gozo, con
el libro en el que se basa el musical: Wicked,
memorias de una bruja mala.
Y es que sí, todos conocemos a
Dorothy, y a la Malvada Bruja del Oeste, esa de piel verde y monos voladores.
Pero, ¿de dónde viene esta bruja? ¿Por qué se volvió tan mala? ¿y por qué ella
es verde y su hermana, la Malvada Bruja del Este, no? Todo esto seguramente se
lo preguntaba Gregory Maguire y, en 1995 publicó esta reinterpretación del cuento infantil,
dándole una completa vuelta de tuerca.
(Si os interesa el tema, Gregory
Maguire tiene más adaptaciones del estilo: Mirror, Mirror, que reinterpreta
Blancanieves; Confessions of an ugly
stepsister, relectura de la Cenicienta, etc.)
¡Y madre mía! Tenéis que leer Wicked. Es una historia de fantasía,
estilo clásico, muy interesante, oscuro sin ser de miedo y muy original. No
puedo compararla con nada que haya leído hasta ahora, porque ha sido totalmente
inesperada. Es interesante, es sorprendente, es diferente. Engancha y enamora.
La protagonista, sí, es Elphaba, la futura Bruja Mala del Oeste, que tiene una vida
larga y fascinante, creedme. Pero no sólo se conoce a este personaje, también
sabremos de donde sale Glinda, la bruja buena del norte, o los detalles de cómo llegó Dorothy a Oz, quién es el Hombre de Hojalata, cuál es el origen del Espantapájaros… en fin, todas las
respuestas que un buen fan demanda, a su disposición.
El musical también es una
obligación: aúna el cuento original, la reinterpretación de Gregory Maguire y conserva el aire musical familiar. Es una historia
diferente a la de los libros, menos oscura y terriblemente divertida (te lo
pasas bomba viéndolo, de verdad), y sus canciones son ya casi míticas.
Yo he visitado el mundo de Oz de
una manera un poco desordenada: vi la película clásica, vi el musical, me leí
Wicked y acabé leyendo el cuento infantil original. ¿Mi recomendación? El orden
natural de las cosas, por supuesto: el cuento original, la peli antigua (que es
guaaaaaaaaay, sobre todo para ser de los años 30), leer Wicked y pedirle a los
Reyes Magos las entradas para el musical.
¿Y por qué ver y re-ver, leer y
re-leer la misma historia varias veces? Porque creedme, ninguna sobra. Son
TODAS diferentes. Incluso el musical acaba por no parecerse en nada al libro en
el que se basa (tranquis, sin spoilers), pero aun así es imprescindible para reconciliarte
con la historia.
Mi siguiente baldosa amarilla es
leerme la segunda parte de Wicked, “Hijo de Bruja”, que, por suerte, está
publicado en España.
Así que ya os contaré sobre el
futuro de la Ciudad Esmeralda!
Coincido contigo totalmente, la historia de Wicked se sale de lo común y creo que ese precisamente es su fuerte. ¿El mal existe o es sólo un punto de vista?, es lo que más me ha gustado.
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